Reflexiones diabólicas
Diario de un Exorcista
Jesús Palacios
2023-07-10
Aunque ya estaba sobre aviso acerca del tiempo atlántico y norteño, propio del verano asturiano y gijonés, no por ello deja de ser este cielo encapotado, esta llovizna (orbayu le dicen los paisanos) floja pero insistente, que te cala el alma antes que los huesos, y el viento húmedo que a ratos y rachas gélidas la acompaña, un clima propenso a la melancolía, la introspección y, peor todavía, la reflexión solitaria. Verdaderos demonios enemigos de la Fe.
Tanto es así, que hoy me veo asaltado por los peores diablos con los que he tenido que bregar a lo largo de mi vida, antes y después de estar al frente de la Congregación de los Ritos, como exorcista del Papa. No se trata ni de Belcebú, Señor de las Moscas; ni de Lucifer, Ángel Caído de oscura luz; ni de Leviatán, Bestia de las profundidades; ni de Mefistófeles el Embaucador; ni siquiera del babilónico y mareante Pazuzu, que persiguió ferozmente a mi difunto amigo, el Padre Merrin. No. Se trata de demonios muy humanos, cuyos nombres han dado pie a sectas y cultos cuya nefanda influencia ha traído al hombre penas, dudas, desazón, desesperanza y escepticismo sin fin, apartándole de los caminos del Señor.
Estos son los nombres y poderes de tales potencias infernales, encarnadas en seres que tuvieron apariencia de hombre, pero sirvieron voluntaria o involuntariamente, cómo saberlo a ciencia cierta, al Amo de Este Mundo, invocando y preparando el advenimiento de Armagedón y el Anticristo:
–Carlos Marx, que nos trajo no solo el marxismo, sino lo marxiano: esto es, la demostración de que el hombre está a merced de fuerzas históricas y económicas incontrolables, independientes de su voluntad, con base en el determinismo histórico del algo menos satánico Hegel.
–Sigmund Freud, que nos trajo no solo el psicoanálisis, sino lo freudiano: esto es, la demostración de que el hombre está a merced de fuerzas inconscientes e instintivas incontrolables, independientes de su voluntad, con base en una infancia de la que nunca nadie consigue escapar.
–Franz Kafka, que nos trajo no solo la literatura del absurdo, sino lo kafkiano: esto es, la demostración de que el hombre está a merced de fuerzas sociales, culturales y políticas incomprensibles e implacables, independientes de su voluntad, que controlan su existencia.
–H. P. Lovecraft, que nos trajo no solo el horror materialista, sino lo lovecraftiano: esto es, la demostración de que el hombre está a merced de incomprensibles fuerzas cósmicas ajenas e indiferentes a su presencia, independientes de su voluntad, que deciden su destino.
–Philip K. Dick, que nos trajo no solo la distopía moderna, sino lo dickiano: esto es, la suma, epígono y cumbre de lo marxiano, lo freudiano, lo kafkiano y lo lovecraftiano, traducida en la única certidumbre posible para el hombre moderno: que solo hay incertidumbre. Apariencia, simulacro, engaño, manipulación. De Kant a Baudrillard, de la pulp fiction al existencialismo, de la psicodelia a la realidad virtual, Dick destruyó lo poco que de volición, libre albedrío e idealismo (alemán o no), dejaran sus predecesores. Solo nos ofreció el refugio último de la locura, la droga, la paranoia y un misticismo alienígena de bien intencionados pero heréticos ecos gnósticos y cabalistas.
Estos son los demonios que, en jornadas nubosas, húmedas y turbias, de aire frío y cálido al tiempo, pesadamente tropical a la par que cantábrico, vienen a acosarme noche y día, como a San Antonio sus tentaciones. Porque, ¡qué fácil es exorcizar a Satanás y sus legiones de cualquier alma de cántaro torturada! ¡Qué fácil identificar al Enemigo cuando viene de fuera, de los abismos infernales y sus círculos dantescos! Por el contrario, cuán difícil es sacar a estos demonios de nuestro interior cuando están bien dentro, invocados por algunas de las mentes más brillantes del siglo. Estos son los diablos que viajan conmigo a todas partes, desafiando mis poderes y, más aún, los del Buen Dios. El Mismo que, en momentos de debilidad, me parece sólo una ficción creada por poderes económicos de clase, una idealización enfermiza de la figura paterna omnipresente, un acertijo metafísico imposible de resolver, un trasunto consolador de las fuerzas contingentes de un universo ajeno y destructivo, en definitiva, un simulacro hecho con el humo de opio que surge de esta hoguera de vanidades, este interminable sindiós, que es la propia existencia humana. ¡Señor, Señor, ayúdame a no pensar más! ¿No habrá por ventura este domingo algún partido de fútbol?
Transcripción de D. Jesús Palacios,
Hermano lego de la Compañía de Jesús,
Secretario de la Congregación de los Ritos.
(El firmante jura solemnemente sobre La Biblia que
jamás ha leído a ninguno de los diabólicos autores citados).