La Celebración del Lagarto
Crónicas reptilianas
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Jesús Palacios
2024-07-11
CRÓNICAS REPTILIANAS VII
Redactadas por el agente Sobek
(alias humano: Jesús Palacios)
Hoy quiero poner por escrito unas reflexiones que estos días me asaltan a menudo, paseando bajo la húmeda llovizna (orbayu le dicen por estos lares) que tan agradablemente me refresca las escamas. Y es que a pesar de que nos viene muy bien el efecto que provocan los dislates y exageraciones conspiranoides que nuestros supuestos enemigos vierten sobre nosotros, reptilianos de las distintas razas, especies y culturas de la Gran Alianza de Orión y Draconis, por aquello tan estudiado y comprobado de la psicología inversa y su funcionamiento en los humanos, pues, a pesar de ello, a veces se cansa uno de ser el lagarto malo de la función.
¡Ni que estos mamíferos fueran mejores que nosotros por tener sangre caliente y pelo! ¿Se han parado alguna vez los terrícolas ha pensar en la cantidad de cosas que nos deben? ¿En los muchos reptilianos infiltrados que han aportado enormes logros a su civilización? A veces, incluso con grandes sacrificios. Por ejemplo, nuestro agente Tifón, conocido en la Tierra como Jim Morrison, quien no pudo soportar vivir como humano y a punto estuvo de descubrirse con aquello del Lizard King, hasta acabar prematuramente muerto drogado y gordo, pero eso sí: dejando como legado una de las mejores bandas de la historia de este planeta: The Doors. El reptiliano siente afinidad natural con el rock más psicodélico, vanguardista y experimental. Algunos de nuestros mejores agentes han estado y están detrás de bandas como The Flying Lizards o King Gizzard & the Lizard Wizard.
¿Cuántas horas de emoción, alegría y diversión no les hemos proporcionado? Desde el Lagarto Juancho hasta Rango hemos hecho reír a sus tiernos —y bien sé que lo son, el mejor aperitivo para la hora del vermut— infantes (aunque claro, también cumplieron la función de hacerles ver al lagarto como simpático amiguito… Hay que pensar en el futuro). Pero, ¡qué más da! ¿Cuántos adolescentes humanos de ambos sexos y algún otro no descubrieron sus verdaderas inclinaciones gracias a la agente Lamia, conocida como la actriz Jane Badler, en nuestra famosa coproducción televisiva de los 80, V? La “visitante” Diana arrastró a millones de chicos y chicas a proclamar abiertamente su sexualidad, saliendo del armario para celebrar con orgullo querer ser como ella o entrando en él para dar rienda suelta a su semilla en la oscuridad masturbatoria de sus fantasías. Nada menos xenófobo y más fluido y tolerante que desear aparearte con una comedora de ratas reptiliana desatada.
Gracias a nosotros, Anunnaki y otros reptilianos del espacio exterior, los dinosaurios se han convertido en loca pasión para humanos de todo el planeta, criaturas favoritas de los niños y niñas de la Tierra, lo que sin duda hemos de agradecer a los servicios prestados por algunos de nuestros mejores colaboradores mamíferos, como Sir Arthur Conan Doyle (que con su gran Sherlock Holmes también popularizó a un auténtico híbrido de humano y reptiliano… ¿de dónde creen que sacaba Holmes su sangre fría?), Michael Crichton y, sobre todo, Stevie, el gran aliado reptiliano.
Y es que el buenazo de Steven Spielberg, además de propiciar el amor universal por el saurio jurásico, nuestro común antepasado, nos hizo un servicio excelente al llevar a la pantalla con gran éxito nuestros guiones propagandísticos Encuentros en la Tercera Fase y, sobre todo, E. T.. Si un humano puede mirar con cariño a un bicho como E. T., tenemos el planeta en nuestras garras.
Así que, miserables mamíferos erguidos, la próxima vez que se les pase por la cabeza despreciar, insultar, abominar o maldecir a un Anunnaki o a cualquier otro reptiliano, pariente o familiar cercano, piensen por un instante lo mucho más aburrida, sórdida y patética que sería su existencia sin nosotros. Y recuerden las palabras de Tifón, al que ustedes conocieron como Jim Morrison: The ceremony is about to begin. Hisssss Hisssss.