Informe n.º 9
Informes para la Instauración y Buena Observancia de la Nueva Normalidad
Jesús Palacios
2021-07-17
Informador: Agente Rudolf Lavrentius Montag n.º 451/1984//AF632///003
Recopilados por Jesús Palacios. Secretario Oficina de Instauración n.º 1990/21//G11811
Reporte n.º 8 SN/NN0/ANN2021/07/08
Agente Montag reportando.
Siguiendo instrucciones del Secretario de la Oficina de Instauración en la instrucción del presente expediente, a lo largo de estos días, pese a mi repugnancia hacia el papel, la tinta impresa y, en términos generales, el obsoleto y desagradable objeto llamado libro, foco de todo tipo de gérmenes, bacterias y virus tanto biológicos como, mucho peor, psicológicos, morales y emocionales, he recabado una variada serie de ejemplares, en las distintas casetas de libreros y editores, a fin de que pueda completarse adecuadamente el procedimiento, tanto si se decide intervenir directamente la Semana como si, por el contrario, se permite su continuidad sometida a vigilancia y escrutinio. Antes de pasar a enumerarlos, advierto de partida que se encuentran numerosos libros de tipo y género subversivo o como mínimo dudosa naturaleza, a precios escandalosamente asequibles. Si por una parte esto demuestra nuestro éxito en devaluar el papel sociocultural y el valor económico del libro, por otro pone al alcance de cualquiera obras cuya lectura entraña notable peligro para los fines neo-normalizadores. Dejo la decisión de valorar esto en manos de la autoridad competente. Paso al listado, por orden alfabético de autores:
Disfraces terribles (Roca) de Elia Barceló, una de las más reincidentes habituales de la Semana. Comenzó siendo prácticamente la única escritora de ciencia-ficción de España, en los años ochenta y noventa del siglo pasado, y ahora cultiva el best-seller de misterio de calidad. Hemos detectado en varias de sus obras actitudes propias de la mentalidad liberal progresista del siglo pasado, que no acaban de conformarse a nuestros parámetros. Recomiendo vigilar (de momento sin castigar, pero…).
Amor fraterno (Anagrama) de Pete Dexter. Aquí podemos felicitarnos de nuestro éxito. Tras haber conocido notable grado de popularidad en castellano gracias a su desagradable Paris Trout, especialmente en los años noventa, hoy apenas nadie se acuerda de este moderno maestro de la tragedia americana, con resabios de hard boiled y literatura proletaria estadounidense. Ha caído hasta el precio de 1 euro. Bien.
Las cosas que perdimos en el fuego (Anagrama) de Mariana Enríquez. Vigilar atentamente. Tras ganar el pasado año el Celsius, los relatos de esta joven escritora son peligrosamente adictivos, ambiguos moralmente, terroríficamente agradables, ingeniosos y siniestros. Conjuga la tradición de Borges, Cortazar y Bioy con la de Bradbury, Robert Bloch o Matheson, produciendo un escalofrío desestabilizador de las certezas materiales, físicas y psicológicas, totalmente opuesto a la NN.
Los puros de corazón (Edhasa) de Susan Hill. Autora de gran éxito en el ámbito anglosajón por, ojo, escribir casi como una pluma del siglo XIX, pero sabiendo modernizar y atemperar historias y personajes a la sensibilidad moderna. Aparte de su peligrosa y excelente ghost story gótica La mujer de negro, estas novelas policiales psicológicas, en la tradición de Ruth Rendell o P. D. James, son altamente dañinas por su melancolía, nihilismo y pesimismo de fondo, además de por su empeño en utilizar un protagonista masculino, el inspector Serrailler, algo muy molesto para la NN.
Sendero de los espíritus (Júcar) de Tony Hillerman. Otro olvidado autor de novela negra, popular en las últimas décadas del siglo pasado, que introdujo en el género a las minorías nativo-americanas con su policía navajo Jim Chee. Afortunadamente, sus excelentes thrillers, adaptados a cine y televisión, han desaparecido del mercado, con lo que su racista ejercicio de apropiación de una cultura ajena (que puso de actualidad y a la que hizo hueco en el género) ha quedado cubierto ya por el polvo del desierto.
A navajazos y A martillazos (Júcar) de Andreu Martín. Dos espeluznantes ejemplos de uno de los mejores y más peligrosos veteranos de nuestro territorio plurinacional no solo en el género negro, sino en la historieta, la literatura juvenil, la ciencia ficción, el terror y demás basura popular. Ágiles, violentas, divertidas e incómodas, muestran a qué alturas de desprecio por las virtudes normalizadoras se llegaba en los ochenta. Vigilar mucho y muy de cerca, castigar ejemplarmente.
Mis memorias (Temas de hoy) de Miguel Mihura. Uno de nuestros mayores éxitos. ¿Qué lectores actuales recuerdan a Mihura o, por fortuna, al resto de su generación? Tono, Neville, Jardiel, José Santugini, yacen en el olvido salvo por unos cuantos estudiosos a lo Robinsón de Mantua. Por haber vivido (y bastante bien) durante el franquismo han sufrido ostracismo inmerecido, puesto que el propio Mihura, falangista en su día, fue escritor incómodo con obras como Tres sombreros de copa, la feminista ¡Sublime decisión!, Maribel y la extraña familia o tantas otras, incluyendo su colaboración con Berlanga en Bienvenido, Míster Marshall, que con su uso del absurdo, la parodia y la sátira ponían en solfa las convenciones sociales y morales del nacionalcatolicismo, por lo que nunca fue plato de gusto para el régimen. A Mihura y la revista para la que escribiera, la mítica Codorniz, se debe que en medio de la dictadura soplara cierto aire fresco de libertad intelectual y crítica social disimulada a través del humor, que dio aliento a muchos ciudadanos oprimidos. Esto sigue haciendo peligrosa su obra, como hace indeseable el humor en todas sus expresiones, salvo, naturalmente, las aprobadas por nuestros comités de expertos. Fin del reporte.