Espacio AQ
Jesús Palacios y Rakel S. H.
2022-07-11
La segunda jornada de AQ comenzó con una historia de terror. Sí, de auténtico terror moderno y actual. La descripción de una situación distópica extrema, entre los peores horrores del pasado y los de un futuro que ya está aquí. Dentro de las colaboraciones que el Vicerrectorado Extensión Universitaria y Proyección Cultural de la Universidad de Oviedo mantiene ya tradicionalmente con la Semana Negra, y presentado por Sergio G. Begega, el sociólogo de la Universidad Complutense de Madrid, Pablo López Calle, ofreció una charla que, con el título de De Coslada a Rotterdam. Nueva emigración y condiciones laborales en el sector logístico fue, en realidad, una ventana abierta al infierno del nuevo mercado de trabajo, propiciado por agencias de reclutamiento al servicio de empresas de reparto como Amazon y similares, cuya política de contratación está provocando una nueva diáspora de jóvenes desempleados españoles hacia el Centro de Europa, en una situación sin duda (o bueno: con algunas dudas por nuestra parte) legal, pero desde el punto de vista humano prácticamente abominable.
Tomando como punto de partida del estudio el municipio madrileño de Coslada y los jóvenes allí reclutados para ejecutar tareas manuales en el campo de la logística en los Países Bajos, López Calle describió una situación poco menos que espeluznante: trabajadores a tiempo completo, siempre disponibles, hacinados en campamentos especialmente destinados a su cobijo, sin estatus ciudadano alguno, sin posibilidad de ascenso o promoción, e imposibilitados para mantener vida social independiente de ningún tipo. Localizables las 24 horas del día, siete días a la semana, a través de apps instaladas en el móvil y dispuestos a ser trasladados a diferentes almacenes y naves industriales sin saber de antemano su ubicación, horarios ni destino final. Engañados con promesas de ascenso que nunca se cumplen, sin reconocimiento ciudadano por parte de las autoridades holandesas, estos nuevos esclavos, que lo son en un país occidental, desarrollado y miembro, como España, de la misma Unión Europea, hacen que sus abuelos y bisabuelos que emigraran a Alemania en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado parezcan auténticos privilegiados. Condiciones que hasta ahora creíamos (ingenuos y postcoloniales como somos) reservadas al abuso de migrantes procedentes de países pobres y en crisis permanente son ahora también aplicadas a una generación maltratada y desamparada por las crisis económicas que se suceden desde 2008, la reciente pandemia y el paro abisal en el que ha caído y sigue cayendo España sin tocar fondo. Esta historia de auténtico horror, este mercado humano de carne joven de saldo, quizá debería salir del aula universitaria y los trabajos de sociología para llegar hasta figuras como el Defensor del Pueblo Europeo (cargo que ocupa Emily O’Reilly desde 2013), justificando así un poco su existencia y sueldo. Pero como esto no es Hollywood, dudamos mucho de un feliz final para este cuento de terror sin moraleja.
Menos mal que nos quedan los tebeos. Y no es que Contrapaso: los hijos de los otros (Norma), de Teresa Valero, que introdujo nuestro sabio experto en literatura dibujada Yexus, no sea oscura, noir y hasta un poco deprimente, como corresponde a un thriller que se desarrolla en la España franquista de los años cincuenta, donde el hijo de un comunista muerto en la guerra civil, León Lenoir, que vuelve del exilio francés, y un joven falangista, Emilio Sanz, coinciden como periodistas de investigación para la sección de sucesos de un importante periódico (hubiera debido ser El caso, pero el caso es que la serie de televisión le fastidió la idea), lo que les llevará a enredarse en una tenebrosa trama con ramificaciones políticas y personajes históricos de siniestro renombre como el Dr. Vallejo Nájera. Además de sus estupendos dibujos, nos gustó que Teresa Valero, fiel a la época y sin caer en el absurdo, presente dos héroes masculinos. Como insistió con desparpajo, Teresa trabaja entre hombres y no sólo no les tiene miedo ni les odia, sino que hasta le gustan (!será posible!).
Y de cómic noir de hombres bestiales a cómic noir de bestias que actúan como hombres: sin moverse de la mesa, Yexus presentó junto a su guionista y creador, Juan Díaz Canales, el nuevo álbum del ya mítico Blacksad, sexto protagonizado por el más felino detective de la historia de la historieta. Todo cae (Norma), que está divido en dos partes de las que ahora ve la luz su primera entrega, introduce al investigador gatuno de clásico corte hard boiled y cinéfilo (le han dibujado así) en las entrañas, literales, de la ciudad de Nueva York, en una aventura en la que debe proteger al líder sindical de los trabajadores del metro de la mafia de las comadrejas, pero que resultará ser una mucho más complicada trama de corrupción urbana y urbanística, con un villano inspirado en el ingeniero, político y urbanista republicano estadounidense Robert Moses, responsable de la demolición de cientos de viviendas de residentes negros y latinos y creador de una infraestructura de autopistas opuesta al transporte público. Llena de referencias no solo al cine sino, como hizo notar Yexus, al teatro, con Shakespeare a la cabeza y a la cola, tendremos que esperar a septiembre u octubre del año próximo para saber cómo concluye esta nueva incursión de Canales y el genial dibujante Juanjo Garnido en el noir zoomórfico con aroma a Chinatown. Pero casi más tuvieron que esperar las decenas de personas que acudieron a que les firmara su Blacksad el propio Canales, quien tuvo trabajo extra en merecido olor de multitudes.
Con el universo zoomórfico noir de Canales y Garnido penetramos ya en el terreno de la imaginación más desatada, al que fuimos arrastrados de cabeza por el siempre entusiasta y contagioso en su entusiasmo Luis Artigue, con su nueva novela (casi nivola): Ficción para multitudes (Pez de plata). Definida (o indefinida) por su presentadora, Ana Merino, como reflexión dantesca sobre la literatura popular a la vez y al tiempo que sobre el caos de la pospandemia, Artigue se lanzó al autopsicoanálisis más directo y descarnado, saliendo del armario de golpe y porrazo para confesarse… ¡friqui! Cómo si no lo supiéramos ya y por eso le queramos y leamos como a pocos. Apasionado y sembrado de frases tan contundentes como memorables («Las grandes putadas son las mejores cosas de la vida cuando hay un después», ¡chapeau!), enamorado y sin falsos pudores, el autor se confesó también amante de la novela y la literatura popular y de quiosco, adorador de Philip K. Dick tanto como del propio Dante, prefiriendo la compañía del primero a la del Virgilio del segundo para visitar el infierno, cebando al asombrado público asistente con su derrumbar sin prejuicios barreras y puentes artificiales entre alta y baja cultura, rompiendo moldes en defensa de la imaginación siempre al poder, en alas del protagonista de su novela dialogada, Nathaniel Mortimer, dibujante de cómic embarcado post-mortem en un descenso ad Infernos (vaya cómo estamos hoy con el latín…) entre la autoficción (o mejor: la autofricción) y la reflexión sobre la literatura, el cómic, la música, el amor y demás hierbas necesarias para perder la cordura, si alguna vez la tuvimos. Artigue recordó que, precisamente, la Semana Negra ha sido y es escenario en el que poesía y narrativa, cultura de masas y literatura sofisticada se funden y confunden, copulando en fecunda y animal coyunda. Por ello, lugar propio e idóneo para la puesta de largo de esta Ficción para multitudes que, por Elvis se lo juro, vamos a tener que leer, sí o sí. Porque, ¿cómo no leer la novela de alguien que si tuviera que elegir entre volver a votar a Pedro Sánchez o a Batman, confesó que votaría antes al segundo? Nosotros, Luis, te votaríamos a ti, qué diablos.
La jornada de AQ no pudo tener mejor final, un poco apresurado por lo apretado del programa, que la presentación del fascinante libro Anita Brenner: hoy las barricadas (Renacimiento), primera edición española e internacional de los artículos, ensayos, notas de prensa y otros textos que la antropóloga, activista política y escritora Anita Brenner escribiera sobre sus varias estancias en la España de la Segunda República, entre 1930 y 1937, enviadas en su mayor parte a publicaciones como el New York Times o The Nation. El libro, producto del apasionado y exhaustivo trabajo como editor literario, traductor y casi cabría decir arqueólogo de la modernidad, del erudito, escritor y filólogo de la Universidad de Oviedo Eduardo San José Vázquez, es, sin duda, un hito histórico, que completa e ilumina el conocimiento de la obra y vida de esta mujer excepcional, judía, mexicana e internacional, que vivió, amó y creó su obra en medio de la eclosión del Renacimiento Mexicano postrevolucionario, en los tiempos de Rivera, Frida Kahlo, Tina Modotti, los grandes muralistas y hasta el mismo Trotsky, para cuya acogida en México ofició de mediadora.
Artista y rebelde, amiga de John Dos Passos, historiadora del México revolucionario tanto como del colonial y precolombino, que conoció y amó España como pocos, lectora de Unamuno y Ortega, sus crónicas de la época representan documentos únicos hasta ahora prácticamente inéditos sobre sus encuentros y entrevistas con personajes como Azaña o Largo Caballero, entre otros muchos. Anita Brenner se convirtió en una suerte de obsesión para Eduardo San José Vázquez, quien gracias a la propia hija de Anita, a sus investigaciones en el Archivo Brenner que se conserva en Austin (Texas) y a su incansable labor a uno y otro lado del océano nos ha regalado una obra también fundamental para entender el periodo histórico de la Segunda República, a través de la lúcida mirada de su singular autora.
Flanqueado por las dos únicas personas en este país que sabían de verdad y a base de bien quién demonios era Anita Brenner, es decir, ni más ni menos que Paco Taibo II y Ángel de la Calle, santos patrones laicos de la Semana Negra, se dispuso San José Vázquez a firmar menos ejemplares seguro de los que hubiera debido de este extraordinario y fascinante documento, que nos abre aún más el insaciable apetito por saberlo todo, todo, todo, sobre ese México insurgente de artistas revolucionarios, emigrées europeos, exiliados republicanos españoles, surrealistas galopantes, geniales muralistas a puñados (aparte de los míticos Rivera, Siqueiros y Orozco ahí están los cinematográficos Carlos Mérida o Gunther Gerszo, de los que algún día habrá que escribir algo) y mujeres increíbles, más allá y más acá de Frida Kahlo, como Alma Reed, Jean Charlot, Rina Lazo, Remedios Varo, Leonora Carrington, Tina Modotti y, por supuesto, la propia Anita Brenner. Esto es AQ: no te acostarás sin saber una cosa más. O hasta dos.