El tonel de Lesley Himes
Editorial
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Arantza Margolles Beran
2024-07-12
Le he hecho caso a nuestro reptiliano agente Sobek, que hace unos días nos pregonaba las virtudes de la literatura a bajo coste (que no baja literatura) que se vende en El Súper de la Semana Negra y, al acabar la jornada, me acerqué a gastarme los cuartos en tres espléndidos libros de Chester Himes. Tres, fueron tres: «Si grita, suéltale», «Mamie Mason» y «El fin de un primitivo», todo por un montante de 8,80 €. Aprovecho la coyuntura para contarles que hay una anécdota deliciosa sobre Himes y la Semana Negra. No directamente, claro; ya hacía unos años que el escritor había muerto cuando se celebró la primera Semana Negra en 1988. Pero sí vivía su viuda, Lesley, una apabullante rubia de ojos claros que, en su día -el rollo con Chester comenzó a finales de la década de los 50- armó escándalo por protagonizar un matrimonio interracial.
Poco que importase a Himes, del que Taibo II decía que hacía literatura negra «por doble motivo: por el color de sus personajes y por el tratamiento de los temas policíacos». La cuestión es que Lesley Himes vino a Gijón en 1988 porque la I Semana Negra iba a rendir homenaje a su marido y aquí la recibieron Taibo, claro, y también Juan Madrid, que estos días ha estado en la Semana Negra y en LlaNeGra presentando su última novela. El día del homenaje, llovió a mares, o eso me dicen, pero mucha gente asistió al acto. Subieron a Lesley Himes a un tonel gigante, puro metal; digo yo que sería un tonel, lo parece; tal vez Isaac García, el currante que hoy ilustra nuestra portada, podría corregirme… pero a mi me parece un tonel, así que digo un tonel. Leen bien, sí: a un tonel. ¿Por qué? Pues porque la Semana Negra siempre ha sido así, deliciosamente irreverente y brillante. Si hubieran puesto a Lesley Himes en una mesa, hoy yo, 36 años después, probablemente no les estaría diciendo que, haciéndole caso al agente reptiliano Sobek, me he ido al Súper y me he comprado tres libros de Chester Himes con los que usted, lector, también puede hacerse por 8,80 euros.
Y ese es el ‘quid’.