Del terror al humor… y Montalbán, que no aparece
2024-07-08
Partió de un relato y ahora se ha convertido en novela. La terrorífica Mimo, del cántabro Héctor Peña Manterola, inauguró ayer la Carpa de las Culturas mientras en la calle el ambiente festivo inundaba todo el ferial, el mismo en el que se desarrollaban los sucesos de la novela, ambientada en los Carnavales de Santoña. «Puede ocurrir algo malo en cualquier lugar», razonaba el autor, que ha asociado el argumento a un lugar emblemático para cualquier montañés, como ya en otras obras lo hizo con la Magdalena o Cabárceno. Busca, con ello, generar un impacto emocional en el lector que conozca esos lugares y los asocie a momentos felices. Presentado por Rafa Testón, que asoció el ‘tempo’ de la novela con el de la película Mystic River -aquí también tiene mucha importancia conocer la infancia del protagonista-, Peña Manterola transita en Mimo por dos años: 1996 y 2023, y aborda la problemática de los trastornos mentales en la figura de un asesino que, en su modus operandi, imita el desarrollo narrativo de un famoso escritor de terror. Con casi 600 páginas, Mimo tiene elementos fantásticos, de ciencia ficción y de novela policiaca, pero «a lo largo de toda la historia genera inquietud», aseguró Testón.
Rafael Massa, ingeniero devenido en periodismo radial, como bellamente definió su presentadora, Hortensia Campanella, presentó a las 19 horas Todos mienten, una novela de estructura «perfecta y delicada» que Massa vinculó a su faceta profesional, porque en la ingeniería, como en el pensamiento, también es fundamental una estructura; en la novela, «la solución debe ser equivalente al enigma». Hay reglas que respetar. Y las cumple maravillosamente el uruguayo en una narración que nos lleva al Montevideo de los años 70 del pasado siglo XX, en plena dictadura militar y desde la mirada de un exiliado español. Es una obra novedosa para su país ya que, según Massa, «Uruguay no ha transitado demasiado por ficcionar nuestro pasado en la dictadura». Allí, solo con el advenimiento de los gobiernos progresistas, hace aproximadamente una década, se ha comenzado a escribir sobre lo que pasó. «Hubo que desenterrar al primer desaparecido para que la gente se enterara», y eso ocurrió más de veinte años después; hace tan solo unos meses, un cadáver aparecido en 2023 fue identificado como Amelia Sanjurjo, militante comunista desaparecida en 1977. Ahora que se habla, la literatura espera su turno. «La verdad se construye en la sumatoria de distintos relatos», afirmaba ayer el autor con ritmo pausado, pacífico, el ritmo de quien no busca enfrentamiento sino sacar a la luz la verdad callada. La ficción literaria, además de entretener, tiene también, se defendió, el objetivo de concienciar, de enseñar aquello de lo que nunca se habló. Y, además, de no mentir. No lo hace Massa, ni en el sentido histórico ni en el literario. «No defraudo al lector: el asesino no es el mayordomo, ni aparece en la última página. Eso no es respetar el género». Se tenía que decir, y se dijo.
Este año conmemoramos el 90 aniversario de la Revolución de Octubre del 34 en la Semana Negra y bien podría decirse que la presentación de L’home de choque, la obra con la que Joseph Peyré abordó aquellos sucesos poco después de que ocurrieran, es el primer acto de este homenaje. Tuvo lugar ayer, a las 19.30 horas, con la presencia de Javier Martínez Concheso y Rafael Rodríguez Valdés, responsables, respectivamente, de la traducción al asturiano y de la edición de la novela bajo el sello de Trabe. Una obra poco conocida hasta ahora por estos lares, L’home de choque aporta, sin embargo, una visión preclara de la Revolución, un episodio que no se sabe a ciencia cierta si llegó a vivir en persona. Nos gusta pensar que sí; y, más allá de la mera voluntad, por el detalle todo apunta a ello. Agarraron los responsables de su edición el testigo de Massa en la reivindicación de la ficción como vehículo para conocer nuestra historia, tan lejana ya -noventa años- pero a la par tan reciente, con la Francia de Peyré iluminando la esperanza precisamente a esta hora en que, al terminar el acto, nos enterábamos de los primeros sondeos de la segunda vuelta en el país vecino.
No pudo durar mucho la celebración porque enseguida arrancó, con Joaquín Recio ante una sala colmada, la puesta de largo de Teoría y práctica, de Manuel Vázquez Montalbán. Háganse cargo de que los títulos no siempre son literales. A los pocos minutos de comenzar la charla, una visitante abandonó la sala de forma airada, decepcionada porque no fuera el propio Montalbán quien presentase su obra. Eso sí que hubiera sido un buen punto ‘noir’, pero ayer el todo al negro estuvo en las carpas de AQ y del Encuentro, de modo que no. Al lío: nos contaba su presentador que hay 10.000 artículos periodísticos de Manuel Vázquez Montalbán, pero que se sabe poco sobre su paso por Mundo Obrero con Cambiar la vida, cambiar la historia. Aún menos de sus artículos en Treball, órgano del PSUC, solo disponibles en catalán hasta ahora. En este olvido intencionado, y en esa ausencia, se centró Recio al presentar esta recopilación de esos 59 artículos del periodista en Treball de 1978 a 1981. «Manuel Vázquez Montalbán estuvo en la cárcel por cantar el Asturias, patria querida en una manifestación en apoyo a las huelgas en Asturias», recordó Recio, conectando así con nuestro arranque con la banda sonora del himno de Garfias. Por aquel entonces aún no había estado en nuestra tierra, que posteriormente disfrutó. Llegó a afirmar, recordó Recio, que «la fabada era el mejor potaje de España». Más allá de las anécdotas, Recio afirmó que existían muchos montalbanes, tantos como querían los grandes grupos editoriales. «Si el Grupo Prisa quiere que suene Vázquez Montalbán; sonará el Vázquez Montalbán que quieran: el culé, el gastrónomo. Al Vázquez Montalbán que no pierde fuelle de la realidad de su partido merece la pena recuperarlo». Y eso es lo que se han propuesto, con éxito, desde la Fundación Anselmo Lorenzo.
Siguió, a las 20.30., El Centinela, de Reyes Martínez, que presentó esta novela contra el maltrato junto a Alicia G. García y Pilar Cuenca. Orientada a los más jóvenes, el libro es toda una propuesta didáctica que incluye cuadernillo de trabajo y juego de mesa para abordar el espinoso tema con los alumnos.
De educación también habló, media hora después, Noel Tuñón, que presentó su obra De la reforma a la represión, ganadora del premio Rosario Acuña. «La memoria es lo que nos otorga identidad, y es lo que nos permite saber qué es lo que queremos hacer , a dónde vamos y cómo entendemos el mundo», defendió Carlos Gómez Palacios, el maestro de ceremonias. El ensayo aborda el tema de la educación en la II República en Cabrales y las dos Peñamelleras, con nombres y apellidos, bajo el prisma de entender la escuela como herramienta para otorgar derechos a los desposeídos y generar, con ello, ciudadanía y democracia. Con el golpe de estado todo eso desapareció, yéndose a la eliminación «de todo tipo de tejido que buscasr construir ciudadanía» para «alejar la escuela y hacerla exclusiva de las élites».
El autor aborda el tema de forma didáctica. «No entiendo una obra histórica que no sea divulgativa, soy antiacademicista», se definía. Él se acercó por primera vez al mundo de la pedagogía por medio de su madre, maestra y fue profesor en Arenas de Cabrales de 2015 a 2017. Allí, sorprendido por lo poco que se había escrito en la zona sobre Historia en general -quiso rescatar, en este sentido, las figuras de Ángel Mato y Leonardo Borque, autores para los que pidió mayor reconocimiento-, decidió ponerse a trabajar. Su obra, estructurada en bloques temáticos, toca el analfabetismo, el absentismo escolar en el mundo rural, y también la depuración de los maestros republicanos de las zonas estudiadas.
Nos habíamos puesto serios, ya lo ven, pero acabamos con humor. Nos lo trajo, en bandeja, la Asociación Literaria La Arena, que interpretó el teatrillo Detrás del espejo con Rosa González Röhrich, Carmen Rueda Rodríguez y María Cristina Fuente Gil. Ironizaron sobre la Semana Negra y esta extraña cultura nuestra de dar libros ‘de baldre’. Así:
Regalar, ¿a cambio de nada?
De nada, nada, no, querrán que la gente lo lea.
Es porque lleva mucho esfuerzo detrás. Ellos se ayudan los unos a los otros.
¡Bien poco nos conocen!