De la fantasía a la reflexión
2024-07-11
Fue como viajar en el tiempo. Los acordes de Alicia Álvarez a la guitarra, acompañada de David Varela y de Nacho Fonseca, el alma de Xentiquina, hizo la delicia de los más pequeños a las 18.30 horas en la Carpa de la Palabra, pero también la de muchas personas que ya peinamos canas (¡es un decir!) y que, durante un momento, vimos nuestra infancia pasar por el escenario donde Alicia -la verán también mañana, esta vez como el 50% de Pauline en la Playa, a las 22.30 en la Carpa del Encuentro- se arrancó a cantar las canciones más memorables de Xentiquina. El grupo infantil, creado de la mano de Fonseca, fue homenajeado hace unos meses por La Fabriquina por medio de un audio libro que también se puede adquirir en la SN. Solo hay que buscarlo; como, así, solo con la música, buscando y buscando en los cajones de nuestro cerebro, nos salió a raudales la granxa de Nel, el coche’l mayestru y los esperteyos que hacen que esta noche, tal vez, nun vaya ser quién a dormir. ¡Dulces recuerdos!
Reina la anarquía en la Semana Negra, y no lo decimos para mal, porque aquí eso de tirar a lo libertario nos gusta. En la Carpa de la Palabra, ayer, falló la primera presentación pero nos reinventamos en un plisplas, armando en cuestión de segundos un interesante conversatorio entre Ángel de la Calle y David Acera. El viernes 12, a las 18 horas, nuestro director ‘emérito’ presentará junto a Taibo II, director ‘emérito emérito’, su álbum Pinturas de guerra, pero aquí nos marcamos un adelanto de cómo aquel ‘enfant terrible‘ llegó a ser ‘la vanguardia artística sin pretenderlo’. Hablaron de las huelgas que pararon el aliento en España; de las mujeres que, en primera línea, gritaban por la libertad. Hablaron de arte. «El arte contemporáneo», decía Ángel de la Calle, que de eso sabe un rato largo, «no se hace para exponer en un museo; no es algo que cuelgas en la pared. Arte contemporáneo es una acción, una cosa. Las madres de la Plaza de Mayo levantando la foto de sus hijos: eso es arte. Las mujeres de los mineros tirando el maíz. Es ahí donde está la fuerza». Sin palabras: solo aplauso.
Una novela de homenaje y de reflexión acerca de «cómo construimos la esperanza». Eso es, en palabras de su autora, Ana Merino, Planeta Lasvi, que se presentó ayer en la Carpa de la, valga la redundancia, Palabra, con introducción de Ángel de la Calle. Planeta Lasvi se sumerge en la ciencia ficción para contar la historia de Nela y sus abuelos, últimos residentes de un planeta arruinado por el impacto de un meteorito. A la autora, el género le permite reflexinar sobre el futuro, «los cuerpos que se congelan, las cabezas que se congelan, la robótica inteligente». «Lo que me gusta de la literatura es que te permite reflexionar sobre esas preocupaciones pero con naturalidad, de forma introspectiva». De la Calle destacó, de todo lo que se puede encontrar en esta novela, el momento en el que un personaje se transforma en árbol, generando con ello las envidias de los demás: es un buen ejemplo de ese poder de bilocación del sentido de la ciencia ficción. Merino llenó la carpa y se confesó, ahora que en su vida personal se ha alejado de Estados Unidos, más optimista que, cuando hace cuatro años, ganó el Premio Nadal. Y parece que gusta.
«Un libro de lucha», en palabras de Laura González, es Memoria de la resistencia democrática asturiana, de Adolfo Fernández Pérez, que la histórica ex diputada presentó muy bien acompañada de Jesús Sanjurjo y Adrián Barbón. «Este libro significa que no se olvide dónde estábamos y dónde estamos, y que no se olvide esa lucha», afirmó. Poco importan los matices políticos, aseguró González, sentada en la bancada y contemplada, con admiración, por muchos militantes socialistas que, junto a los comunistas que la acompañaban a ella, abarrotaban la carpa. Clamó por la unidad de la izquierda, por la lucha en común que en los momentos cumbre de nuestra historia juntó a una y otra sensibilidad; y lo hizo, además, el mismo día en que también, desde la Carpa de las Culturas, se homenajeaba el espíritu de unión y resistencia de los obreros del 34. Todo confluye.
Editado por la Fundación José Barreiro, «una fundación con más de 40 años de vida» según recordó Sanjurjo, la obra recopiló más de 150 testimonios ya en 1987, y de ellas salió un grueso tomo de 300 páginas que no puede ser sino un manual de consulta fundamental en este aspecto. Entrevistó a socialistas, a comunistas, a anarquistas. Fue, según Adrián Barbón, el testamento de su autor, fallecido en enero de 2023. El Presidente, el más joven de los tres, quiso aprovechar el acto para homenajear a sus compañeros de presentación, figuras claves de la Transición y los primeros años de la democracia asturiana.
Siguió la mesa redonda Territorio situado: ideas para transformar Gijón, que contó con la presencia de Marta Menéndez, Monchu García, Carlos Arias, Natalia González y Constantino Vaquero. En ella se debatió sobre problemas como el de la vivienda, inaccesible para los más desfavorecidos por unos «precios de alquileres desorbitados».
Yosune Álvarez Barragán, coordinadora de Xega pero en este acto en calidad de escritora, fue la encargada de cerrar la programación del día en la Carpa de la Palabra, acompañada de Vicente Montes. El objetivo era hablar de Escamas de dragona, la novela de fantasía por medio de la cual Álvarez desea hablar sobre «la identidad sobre el cuerpo, sobre cómo uno se percibe en un cuerpo que no es el suyo» de una «manera fina y certera sobre la identidad y las relaciones», apuntó Montes. El subterfugio, las escamas de una dragona, porque canónicamente, en la fantasía, «la parte más importante de las dragonas es lanzar fuego y las alas, pero nadie habla de las escamas». Explicar cómo se siente la piel desde adentro y desde afuera es uno de los puntos clave de la historia, y, para ello, la fantasía le parecía a la autora «el mundo de la posibilidad infinita».