De la novela negra a la guerra sucia
2024-07-12
Desde hace más de veinte años, la Asociación de amigos de la literatura policial, formada al calor de la Semana Negra, entrega su premio Novelpol durante el certamen. Este año, la afortunada ha sido Victoria González Torralba con Buenos tiempos, que también se llevó, hace unos meses, el Paco Camarasa, un galardón otorgado por los responsables de diferentes certamenes literarios de novela negra. La SN, por supuesto, también. Buenos tiempos, además, podría hacer triplete, porque también es una de las nominadas al Dashiel Hammett. Mañana lo veremos, pero sea o no, fue un gusto recibir a la autora en la Carpa de la Palabra, acompañada de José Ramón González Cabezas. Lo hicimos al ritmo de Dean Martin, quienes lo lean entenderán por qué él y no Frank Sinatra.
La obra, ambientada en la España de los años 70, narra la historia de una joven camarera que, una noche, encuentra, mientras pesca, una pierna humana. Ese es solo el inicio; el resto es trepidante. Torralba recibió el premio, «el único que da de comer y de beber a los autores» (vino y queso, concretamente), con la misma emoción con que obtuvo el Paco Camarasa. «Esta profesión tiene más futuro del que me había imaginado, pinta bien». Sabe hacer suspense, y de qué manera, pero también reír. Por cierto: prometió novedades que viajarán más en el tiempo que sus obras anteriores. Ya hay ganas.
Otra de las novelas que podría ganar el Hammett es El miedo en el cuerpo, de Empar Fernández, que presentó a las 18.30 Susana Rodríguez Lezaun, justo cuando el viento comenzaba a soplar y agitaba los paneles de la exposición «¡Salud, compañeras!» en la Carpa de la Palabra. La historia de Daniel, un niño autista que se pierde sin que nadie se de cuenta de ello por la ausencia de expresión en su cara, consigue llevarnos a tensiones más inquietantes que nunca antes en la obra de Fernández. «El niño no entiende absolutamente nada; solo espera que aparezca su madre como por arte de magia». Fernández se basó en los casos de varios autistas, como el de uno que estuvo nueve días perdido en el Metro de Nueva York, en situaciones extremas.
La figura de la madre «es maravillosa», dijo Rodríguez Lezaun. Angustiosa, cruda. No solo por la pérdida de su hijo sino por su absoluta precariedad. Una situación muy común en las familias de chiquillos con trastorno autista, sin centros especializados financiados por la sanidad pública. «Hay gente que tiene grandes dificultades para vivir». Al tiempo, en la Carpa del Encuentro, Luis Artigue valoraba la novela negra auténtica, la que tiene trasfondo social. Esta es una de ellas.
Nando López ha querido abordar la violencia homofóbica en los espacios más pequeños, alejados de las grandes ciudades, por visibilizar una problemática que aún existe y de la que trata en Las durmientes, que llegó, de la mano de Natalia Cueto Vallverdú, a la Carpa de la Palabra ayer, a las 19.30 horas. La aparición de una adolescente en estado de inconsciencia en medio de un descampado pone en solfa el bullying, los abusos . «Vivimos en una sociedad donde la cultura de la violación es palpable», dijo López, y para ello las multiples capas de la novela negra permiten permeabilizar a todos los culpables, que son muchos. No fue fácil. López se documentó en institutos, y encontró cosas terribles, como el juego de unos prepúberes de Primero de la ESO imitando a los miembros de «la Manada». «Hay muchas culpas, muchos problemas detrás; es mucho más complejo de solucionar de lo que nos gustaría», afirmó. La literatura no puede evitarlo, pero sí plantearnos preguntas. Para que nos veamos obligados a responderlas.
El poeta asturiano Pedro Luis Menéndez presentó, acompañado de nuestra Olga Lobo, una colección de polifonías bajo el título de enCajadas. Eran las 19.30 horas cuando se subió al estrado para hablar de ese recurso literario que apasionaba a Julio Cortázar. Un cuento inicial, protagonizado solo por mujeres, da lugar a un auténtico «juego de historias que se cierran y, a la vez, se abren; que se va añadiendo, superponiendo, como las matrioshkas rusas», según Lobo. A los capítulos pares Menéndez los llama «ellos» y sirven como contrapunto a las historias de mujeres, «como un espejo invertido a la trama anterior». Por ejemplo: el cuento principal seríamos nosotros, los aquí presentes disfrutando de este juego cortazariano; pero ellos son dos aplicados agentes de Protección Civil que se pasean allá fuera, calmos, por las calles de una Semana Negra en la que todo tipo de personajes conviven en perfecta armonía. ¡Si Cortázar nos estuviera viendo!
A las 20 horas llegó el turno de Valencia Roja, de Ana Martínez Muñoz. Esta primera entrega de la inspectora Nela Ferrer, nominada al premio Memorial Silverio Cañada estuvo presentada por Verónica García-Peña. Se charló de literatura, pero el mensaje social volvió a estar presente: a Miguel Murillo, la víctima del primer caso de Nela Ferrer, lo han asesinado en un festival dedicado a la pornografía. Martínez Muñoz no solo se introduce, con esta historia, en un mundo sórdido, sino que también muestra muchas de las vergüenzas de nuestra sociedad.
20:30. Presentación. El holandés, de Elisa Ferrer. Con Sandra F. Lombardía. / RODOLFO WALSH
Otra de las obras candidatas al premio Rodolfo Walsh es El Holandés, de Elisa Ferrer. Fue presentada ayer por la periodista Sandra F. Lombardía, a las 20:30 horas. En ella, la figura de Rafael, protagonista de la novela y trasunto de un personaje real, sirve para recorrer la gentrificación y corrupción feroces del Benidorm de los años ochenta. En el pueblo de ambos, narradora y narrado, a Rafael le conocían por «haber vendido un solar«, pero, detrás de explicación tan simple, se escondía mucho más. «Se ve que llevamos la corrupción en la sangre en mi tierra», dijo, con humor pero también con resignación, su autora.
La historia real de Klaus y Erika, los hijos de Thomas Mann, trazada por Begoña Quesada en Líneas de fuga está nominada al premio Espartaco. La presentó ayer, cuando comenzaba a anochecer, Pilar Sánchez Vicente. Y hablaron, hablamos, de todo lo que se puede exprimir de esta historia apasionante que arranca en 1933 pero cuyas consecuencias duran también hoy. De aquellos polvos, estos lodos; de aquella época convulsa, el genocidio palestino y el auge de la ultraderecha. «Si se pierde esta guerra no será por los blandos de las trincheras», dice un pasaje del libro, «sino por los que no están, por los que no sabemos levantarnos». Y eso nos va a conducir, directos, al último acto de hoy.
Cuestiones de imprenta retrasaron la publicación de Estado feroz. Cloacas, «lawfare» y «deep state» en el régimen del 78, por lo que la obra de Pablo Elorduy, fundador de Diagonal y responsable de la sección de Política de El Salto, se pre-presentó más que presentarse en la Carpa de la Palabra, con la presencia del director de Nortes, Diego Díaz. La obra se centra en la persecución, por parte de las políticas de mano dura, de todos sus opositores y por medio de todo tipo de estrategias inmorales o, directamente ilegales: la difamación, el lawfare… La guerra sucia. Pero: «¿importa a alguien la guerra sucia?», preguntó el asturiano. No es una pregunta fácil de responder. Por un lado, alegó Elorduy, «las estrategias ignominiosas de la mentira, ya defendidas por Maquiavelo si servían para el servicio de la patria, son, en efecto, defendidas por parte de la población, pero también condenadas por otro sector».
«Hay también una parte que consideran que los derechos humanos están por encima de la patria, y ese es el público al que tenemos que apelar; y una minoría silenciosa a la que es muy difícil mover». Por un momento creímos estar en un cross over con la presentación anterior, que hablaba del peligro de los apáticos. Prometemos que Quesada y Elorduy no estaban conchabados; es que, realmente, es así. Durante media hora, los dos escritores y periodistas charlaron sobre las cloacas del Estado y resaltaron la evolución del Partido Socialista en las últimas décadas, o meses, respecto a ese tema. «Van a tener que hacerse cargo de su pasado», reflexionó Elorduy, haciendo referencia a la guerra sucia contra el GAL, «pero todo se andará (…) Pedro Sánchez ha aprendido de sus propias carnes».
Hablaron de Villarejo, ese personaje oscuro y digno de una novela de Montalbán, y terminaron pidiendo el apoyo para la prensa libre: por medio de la suscripción a El Salto o Nortes, o apoyando la espicha que el próximo lunes, 15 de julio, el diario asturiano organizará en El Manglar, en Oviedo, junto a la ex alcaldesa de Barcelona Ada Colau.