Historias de resiliencia y empoderamiento
2024-07-11
Una historia de amor, amistad y lucha «en la que se reivindica la necesidad de ser honesto con uno mismo». Eso es, en palabras de Verónica García-Peña, conductora del acto, Los elegidos, de Nando López, obra sobre la que subyace una lección principal: todas las formas del amor son dolorosas, pero también necesarias. En algunas épocas, especialmente, porque Los elegidos se sitúa temporalmente en el año 1950, el mismo en que se reformó la Ley de Vagos y Maleantes. Ese es el marco en el que los dos protagonistas, Asun y Santos, se conocen y deciden compartir su vida «para sobrevivir, para escapar de ese regimen que les perseguía». Fueron muchos los casos semejantes que se dieron por entonces. A aquellos matrimonios, en los tiempos dorados de Hollywood, se les conocía como ‘lavandas’ y en muchos casos, como reivindicó Nando, acabaron redundando en auténtico amor. Pero no del convencional, ni excluyente.
En la obra adquieren gran importancia los clásicos y, en concreto, Calderón con su La vida es sueño. Aunque ayer nos lo contaron, desde esta crónica les invitamos a descubrirlo leyendo el libro, que es una auténtico decálogo de amor y resistencia. En él, López ha querido evitar el maniqueísmo a la hora de construir unos personajes que no solo tienen luces, sino también sombras, pero, también, reivindicar la libertad de amar. Se encontrarán experiencias muy duras, pero ninguna está exagerada. López se documentó concienzudamente para ilustrar los elementos más históricos de la novela, y decidió no añadirle dramatismo a ninguna de ellas «por respeto a quienes sobrevivieron». Bellísimo homenaje y, por desgracia, aún muy necesario.
No queremos que haya confusiones: les advertimos de que Miguel Rojo, encargado de presentar a Cristina Higueras con Un asunto ambiguo, no tiene nada que ver con la protagonista del libro, la inspectora Mónica Rojo. Llegaron ambos a la Carpa del Encuentro a las 18.30 horas para contarnos la historia de la misteriosa aparición del cadáver de un adolescente de origen chino que, aparentemente se ha suicidado. Si hemos llegado a este punto, ya se imaginarán que no. Es una narración llena de enigmas salvo en las protagonistas, viejas conocidas ya de Higueras: esta es la segunda entrega de la inspectora Rojo, y para seguir. Para seguir durante muchos años más. Higueras concita tantas pasiones que hasta hemos llegado a ver a una incondicional corriendo, en los últimos minutos de la presentación, hacia una de las librerías del pasillo de entrada al ser informada de que en la de la Carpa el datáfono había hecho ‘kaputt’. Ahí tienen la prueba palpable de que las obras de Rojo enganchan, y mucho. Y en este caso sí: nos referimos a la otra, pero también al uno.
Bella y durísima trama la de Los parques de atracciones también cierran, la obra autobiográfica de la periodista Ángeles Caballero, que la presentó acompañada de Berna González Harbour. Sorprenderá, tal vez, al lector, la sinceridad con que Caballero aborda la historia de crecimiento, vejez y muerte de sus padres, y también el humor. «Ese momento», por ejemplo, «en que llego a ver a mi madre en la residencia, veo que no tiene la dentadura postiza, y le digo a la coordinadora: ‘no encuentro los dientes de mi madre’. Me abrió un cajón, donde tenía como diez dentaduras postizas. Reconocí a la de mi madre por un colmillo». Pero tiene su por qué, porque para Caballero el humor es una forma de escapismo, de cambiar las «lágrimas de dolor» por «lágrimas de risa».
Un buen método. Reconocer, por ejemplo, el alcoholismo de su madre, fue uno de los momentos más duros no solo de su vida, sino también del proceso creador de la novela. Vivir, en la primera noche en la residencia, el síndrome de abstinencia, «que tu madre te pegue»… Ya se lo habíamos advertido, y el que avisa no es traidor: es durísimo. Pero la dureza, a veces, también se puede contar con belleza. Caballero lo hace, pero también reivindica el derecho a decir ‘hasta aquí’. «Hay personas que tenemos carácter verbenero, pero de vez en cuando tenemos derecho a parar». Ahí tienen la explicación del título, que se leyó muchas veces después y durante la presentación. Los libros volaron, y la cola para firmar pisó la calle. Muy merecido.
Acto seguido se subieron al escenario dos Lorenzos. Tal vez por eso, en la calle, el cielo se volvió plomizo y se quitó el sol. Me refiero a Lorenzo de Silva, que llegó con Noemí Trujillo para presentar La Innombrable, y a Lorenzo R. Garrido, que los presentó. Se trata de la tercera entrega de la inspectora Manuela Mauri; no debieran confundirla con el célebre Bevilacqua. Empezando por el cuerpo: ella es policía; él, guardia civil. «A los dos se los convoca para intervenir en situaciones en que hay seres humanos sometidos a un dolor insoportable». Investigando homicidios, ambos buscan «qué hacer con ese dolor». Así lo explicó De Silva, que recordó que llevaba 26 años viniendo a la Semana Negra.
No lo hacía solo. «Tengo muchos recuerdos de la SN grabados en el corazón con mis hijos pequeños», reconoció Trujillo, compañera no solo de letras sino también de vida de Silva. Cuándo comenzó a ser lo segundo no nos interesa; lo primero aconteció hace cinco años. Ella aún era poeta. «Cuando me plateó escribir la primera novela de Manuela Mauri le dije que sí, y luego pensé: has sido una insensata (…) Cinco años después puedo decir que estoy muy contenta de esa decisión; he aprendido que soy capaz de escribir novela negra, policiaca; que soy capaz, creo, de aportarle algo al género». Manuela Mauri fue su particular oportunidad de llevar el personaje femenino, esa Chamorro que era eterna compañera de Bevilacqua, a primera fila. Ya lo dice el cantar popular: «la muyer de buen marido / siempre parece soltera».
Fue un derbi de muy buen rollo el que, a partir de las 20.30 horas sostuvieron Rafa Quirós, autor de El cielo rojiblanco, y Nacho Azparren, de El mítico Oviedo. Les presentó Daniel Álvarez Prendes, editor de Hoja de Lata, que publica ambos. Prendes reveló que ese particular derbi literario comenzó con un telefonazo de Quirós: pronto le llamaría, decía, un colega para publicar su obra. De ahí surgió una colección de temática asturiana y dos de los libros del año. No le preguntamos a Dani Prendes cuántos ejemplares de cada uno se han vendido estas Navidades porque temíamos llevarnos una impresión.
Porque el fútbol, además de deporte, es identidad. «El tipo puede cambiar de todo, pero no puede cambiar de pasión», se decía en El secreto de sus ojos, y es verdad. La espita la abrió Nacho Azparren, que admite que la clave de su libro es centrarse en una época muy distinta del Real Oviedo. «Parecía que le podías ganar al Barça; no es como ahora, que hay dos clases en Primera División«. Luego, el vil metal lo cambió todo, y todo eso, que no solo afectó al Oviedo, se cuenta en el libro. Azparren recibió el encargo a raíz de la publicación de «El mítico Oviedo»: haría el contrapunto rojiblanco, centrándose en el Sporting previo antes de 1992. «Ese año, ciertas decisiones acabarían arrasando el ecosistema del fútbol tal y como lo conocíamos». Odio eterno al fútbol moderno.
El síndrome Borgen, de Nuria Varela, con presentación de Bárbara Alonso y en colaboración con la Tertulia Feminista Les Comadres, llenó la Carpa de Encuentro hasta el punto de «impresionar». Impresionó a Alonso, ex directora de Informativos de RTPA y actual directora de ElDiario.es Asturias, pero no tanto como para dejarse atacar por el síndrome Borgen, acuñado a partir de la serie de televisión danesa homónima. En ella, Birgit, una mujer, llega a convertirse en presidenta por casualidad, pero, a pesar de ello, «siempre, y por encima de todo, todo el mundo la trata como a una mujer», explicó Varela. «El menospecio, el desprecio, la falta de respeto» consustancial a la llegada al poder de una mujer es parte del síndrome Borgen, reflejo de la actualidad en un momento en el que el empoderamiento femenino tiene una cara B. «Esa profunda desigualdad ha abierto la autopista a la ultraderecha, que tiene un discurso supremacista en todo. Si ese discurso coge un caldo de cultivo en una sociedad en la que aesinan a ocho personas por violencia de género en una semana, le hemos abierto esta autopista«. A partir de esa idea surge El síndrome Borgen. Da para pensar. Una anécdota: a Federica Montseny la mencionaron, prácticamente a la par, en la Carpa de las Culturas y en la del Encuentro. En la primera llamando a la unidad de las izquierdas, en la segunda, reivindicando el papel de las mujeres.
A las 22.30, la mesa redonda Enfoques del Camín Rural de la Mesa se saltó el programa previsto -fue nuestra particular manía el día de hoy-. Sí estuvo Beatriz López para hablar de la vida en esta comarca formada por once municipios del centro occidente asturiano que, aglutinados en torno a los fondos Leader con el objetivo de preservar el mundo rural. De la forma en que lo hace, por ejemplo, Paz González, tejera y tintorera natural, quien defendió que «la artesanía distingue a los pueblos«. También estuvieron presentes los fotógrafos Juanjo Arrojo y Pedro Timón, responsables del proyecto Enfoques, que es, según Timón, «paisaje y paisanaje y, sobre todo, una sorpresa«.
El final de la jornada llegó con la proyección del documental ¿Dónde esta mi acequia?, con una introducción previa de Samu Fuentes y Joaquín Lisón