Yo también quiero dibujar
Del ojo a la pluma
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Raquel Lagartos
2024-07-11
Siempre fui un ratón de biblioteca. Mientras que a otros niños les obligaban a leer como castigo, a mí me castigaban confiscándome hasta el domingo el libro que estuviera leyendo esa semana. En aquella época, el dibujo no pasaba de ser un entretenimiento, un garabato en la última página de las libretas y en los márgenes de los libros de texto. Y no es que no creciera rodeada de tebeos, al contrario: mi memoria infantil es inseparable de Uderzo y Goscinny, de Hergé, de Ibañez, de los patos de Don Rosa… Sin embargo, en algún momento, rondando la adolescencia, el cómic salió de mi vida. Era otra época, supongo. El cómic no era una ocupación propia de chicas y aquellas historias que tanto habían significado para mí, sencillamente, desaparecieron.
Pero la vida da muchas vueltas, y todas me llevaron de regreso a las viñetas. Descubrir a Frank Miller, Tim Sale o Bill Sienkiewicz, me abrió nuevos horizontes que terminaron desembocando en las Tamaki, Larcenet, Jourdy o en el manga. Pero si tuviera que señalar un punto de inflexión, seguramente sería el mundo del manga y, en concreto, Naoki Urasawa. Recuerdo terminar la maravillosa Pluto y pensar “yo también quiero hacer esto”. Yo también quiero dibujar.
A esas alturas ya había terminado la carrera de Matemáticas, tenía un trabajo en ciernes, había trazado mi futuro. No es fácil cambiar de caballo a mitad del río. Mientras todo el mundo estabilizaba sus vidas, yo decidí renunciar a cualquier certeza y empezar de cero otra vez…. Y fue la mejor decisión de mi vida. Dibujar cómics, descubrir obras maravillosas todos los días, ilustrar libros, cuentos… No se me ocurre mejor trabajo para un ratón de biblioteca.