Silvina Ocampo, aquella niña solitaria
Mujeres del cuento
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Aida Riesgo
2024-07-07
Ya os di unas pinceladas del “Boom Latinoamericano”, ya os hablé de Elena Garro, Gabriel García Márquez y de todos los autores que los acompañaron en ese recorrido que fue decisivo en la historia editorial de estos países y que benefició (a unos más que a otras) en sus caminos literarios. Quiero seguir por América Latina, con la estela que ya marcamos de realismo mágico, ya que hay muchas autoras dignas de mención.
La primera que destaco es Silvina Ocampo, nacida en Argentina en julio de 1903 siendo la menor de seis hermanas y criada entre los algodones de una clase alta acomodada. Ambos aspectos influyeron tanto en su vida personal como en su obra: fue la sombra de su hermana mayor Victoria Ocampo, también escritora, que la atacó toda la vida por “deformar los recuerdos de su infancia”. También la educación estricta y burguesa que recibió, accediendo a diferentes disciplinas como la pintura y los idiomas.
Dicen de ella que fue una niña curiosa, solitaria, que prefería el contacto de aquellas mujeres que servían en la casa a estar quieta en los salones engalanados y eso, como comentamos, marcaría su trayectoria en todos los sentidos. En 1937 publica su primera antología de relatos cortos y es entonces cuando empieza a codearse con los escritores Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, casándose con el último en 1940 y viviendo con él, entre tiempos convulsos y felicidad, hasta su muerte en 1993. Con ellos, publica dos antologías, una de literatura fantástica y otra sobre la obra poética argentina. Otro pilar en su vida fue la escritora y poeta argentina Alejandra Pizarnik, su amiga y musa, quizá tan admirada como amada.
Su escritura es atravesada por el realismo mágico tanto en relato corto como en poesía, escribiendo una única novela que sería publicada póstumamente. Se caracteriza por dar vida a objetos inanimados, traer a los muertos al mundo de los vivos, jugar con los reflejos en los espejos, fantasear, incomodar, revolver, y rematar sus cuentos con finales abruptos, inesperados, rayando lo absurdo y dejándonos, a todas, con ganas de más.
Si Silvina Ocampo estuviese hoy, seguramente sola, dando un paseo por la Semana Negra, acudiría a las 18:00 a la carpa “A Quemarropa” al coloquio titulado «¿Qué se escribe en América Latina?». (Colaboran Diego Trelles, Rafael Massa, Juan Pablo de Luca).