‘Noir’ de ficción versus la dura realidad
2024-07-07
El ‘noir’ real, el que escapa de la ficción para cubrir de caracteres las páginas de los diarios y de luto nuestra historia, pero también (¿por qué no?) hacernos reflexionar sobre el origen del mal y valorar más a las bellas personas, tuvo su espacio ayer en la recién nacida Carpa de las Culturas. Fue todo un bautismo de sangre para nuestro espacio más joven, que se arrancó a las 18 horas con una mesa redonda sobre ‘Noir’ urbano, ‘noir’ rural a cargo de Luis Roso, Ignacio Marín y Miguel Barrero y siguió con la presentación de Furtivos contra señores, de Carlos Fernández-Villaverde.
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Bea Rato fue la maestra de ceremonias en el acto de presentación de una novela positiva en tanto en cuanto hoy en día, en contraposición con los años de la Transición y la década de los 80 en la que se ambienta la trepidante acción de este ‘thriller’ que nos habla de las luchas entre los carteles de Cali y de Medellín, de la camorra contra la mafia siciliana y de los vínculos de ETA con el narcotráfico del que, irónicamente, se rumoreaba hace años haber sido introducido por las autoridades en Euskadi «para que los jóvenes se alejasen de la kale borroka». «En los primeros años de la transición era más fácil hacer ciertas cosas», reconoció el autor. «Pero ahora somos más maduros, nos atrevemos a protestar. Y también se está poniendo en su sitio la transición, hasta hace unos años idílica. No todo lo que se hizo en la transición fue perfecto, en río revuelto hubo gente que aprovecho para conseguir sus propios intereses».
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Bea Rato agradeció la positividad para con el momento actual del autor porque, ciertamente, la íbamos a necesitar. A las 19 horas se subieron al estrado María de Álvaro, del Aula de Cultura de El Comercio, y Mark Guscin, autor del demoledor Lo que nunca te han contado sobre el caso Asunta. El macabro caso, hoy vuelto a la actualidad gracias a la serie de ficción de Netflix, acabó con sus dos autores en la cárcel (Rosario Porto, la madre de la víctima, se suicidó hace unos años), pero aún guarda más interrogantes que certezas. Por ejemplo, la contaminación de semen en la camiseta de la niña, que se atribuyó erróneamente a un ciudadano colombiano acusado de violación y con una coartada más que sólida. «Fue el único punto en el que dije: no tengo ni idea», reconoció Guscin, quien sin embargo no guarda dudas sobre de que el principal causante del crimen fuera Alfonso Basterra, padre de Asunta. A él, según algunas pruebas sobre las que se pasó de puntillas presunto consumidor de pornografía infantil y, concretamente, de niñas asiáticas, le atribuye el autor haber estado detrás del presunto ataque previo que, en su opinión, no fue un ensayo. «Un asesinato no se ensaya. Fue un intento fallido. Es como una misericordia mal planteada».
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Tras una narración tan dura volvimos a necesitar positividad, y la tuvimos, esta vez de la mano de Leticia Sánchez Ruiz que, presentada por Noemi Sabugal, habló de Augusto Monterrosso y de la biblioteca donde se conservan sus obras, más cerca de lo que usted cree: en Oviedo. «Es una emoción tremenda meterse entre sus libros», reconoció Sánchez, pluriempleada entre presentaciones y la atención al stand de Matadero Uno.
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A las 20.00 horas llegó la excepción que confirma la regla: charlamos de un libro que no acaba de publicarse, pero que «tenía que estar en la Semana Negra», en palabras de nuestro director, Miguel Barrero, quien hizo las veces de presentador. Se trataba de El caso Alas Clarín, el ensayo (pero con tintes de novela negra) de Ricardo Labra sobre la ‘cancelación’ del autor ovetense. «Todos los lectores, sobre todo los asturianos siempre nos habíamos preguntado qué había pasado con Clarín y con La Regenta», explicó Labra. La novela, aunque una de las más importantes del siglo XIX, tardó mucho más que ninguna otra en alcanzar el canon literario. He ahí el «caso». Cuando Labra llegó a Clarín, pocos eran los estudios que «aunasen todos los procesos escriturales» del autor de La Regenta.
Aquella fue una novela que «nada más salir, provocó un gran silencio en la ciudad. Todos esperaban que alguien pusiera en su sitio a Clarín». Fermín Canella, rector de la Universidad de Oviedo, fue el primer potenciador de una ‘cancelación’ que impuso el silencio sobre la novela. «En La Regenta todos buscaban encontrarse», y Canella lo hizo en la figura del mujeriego Saturnino Bermúdez. Labra ha indagado en el Oviedo finisecular para descubrir una ‘damnatio memoriae’ que solo ahora comienza a desvanecerse.
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La documentación, sobre todo en prensa, para Un anarquista, novela de Diego Ameixeiras presentada por Ángel de la Calle, fue tan amplia como el público que entraba ya a la Semana Negra al caer la tarde a las 20:30 horas, cuando en la Carpa de las Culturas se habló de las calles ardientes de la transición. Siguió, a las 21 horas, Negro sobre rojo, con Marisol Llano Azcárate, presentada por Elena Villares, y a las 21:30 horas llegó el ramo de la programación con Mary Jane Kelly: diario de la última víctima de Jack el Destripador, de Covadonga González-Pola. Acompañada por Saúl Fernández, la autora profundizó en las víctimas canónicas de Jack el Destripador, especialmente la última de ellas, una misteriosa mujer que llegó a Whitechapel buscando huir de un ajuste de cuentas y con la que el infame ‘Jack’ rompió su ‘modus operandi’: estaba durmiendo, y el asesino se cebó en su sufrimiento. Tiempos duros aquellos en los que había que tener a cada noche cuatro peniques para pagarse una cama. Pero reales, vive Dios, tan reales como esa noria de colores desdibujándose en la noche que ya cae, al salir estremecidos por el ‘noir’ que no se inventa, de la Carpa de las Culturas que hemos inaugurado hoy.