La Semana Negra, el color de Xixón (2)
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Luis Miguel Piñera
2024-07-07
Reflexionó en una ocasión Ricardo Menéndez Salmón sobre que la cultura, la cultura democrática, es la única forma de derrotar al nihilismo. Los que piensan que la vida carece de significado objetivo, de propósito o valor intrínseco sólo serán derrotados mediante aquello que redime, que hace sujetos libres y que resiste ante los discursos de la autoridad. Sea ésta cual sea.
No queda otra cosa ―si hablamos de cultura― que agitar las turbulentas aguas que nos tocó vivir. En Gijón en los últimos años del siglo pasado, y lo que va del actual la revolución cultural fue evidente. Mucho tuvo que ver la Semana Negra en ello. En Gijón se removieron muy intensamente las aguas del pensamiento entendiendo que esa era la misión: el zarandeo cultural. Si hablamos de cultura popular en Gijón en los últimos treinta y siete años hay que mencionar a la Semana Negra. Ese encuentro anual que con la «disculpa» de la literatura policíaca y de fantasía lleva el nombre de Gijón ―unido a las palabras «cultura» y «compromiso»― por todo el mundo. Xixón cambió del gris muy oscuro al color, y mucho tuvo que ver la SN en ello.
Desde su primera edición en el año 1988 en el recinto del puerto de El Musel hasta esta XXXVII edición en el espacio del futuro Naval Azul, parece evidente que la Semana Negra es un ejemplo de fiesta multicultural, de fiesta mestiza y descaradamente contra el purismo.
El talento de los organizadores fue y es mantener en alto este tinglado semanero que une solidaridad y fiesta, que mezcla los churros y el pulpo con cosas como los libros. Que une la cultura popular con la más sofisticada, y que enlaza lo local con lo global. Recupera la Semana Negra la idea de las fiestas libertarias gijonesas de hace un siglo ―esas romerías sin santos ni procesiones― donde se debatía, a la vez, sobre naturismo y sobre filosofía, con la sidra y el baile presentes. Recupera también la Semana Negra el espíritu del Día de la Cultura ―en la isla de libertad que fue la carbayera de Los Maizales desde 1972 hasta 1984― donde el libro, la barraca de sidra y la música no banal se aunaban adquiriendo un tono crítico y agitador. La Semana Negra, se alimentó y se alimenta de esas nostalgias de mestizaje cultural, y es evidente que tiene a gran parte de las gijonesas y gijoneses de su lado.